¿Quien la fundo?
Una de las figuras
ejemplares en el desarrollo del pensamiento humano es, sin duda, la de Augusto
Comte, quien fuera el creador del positivismo y de la sociología, aportaciones
que influyeron poderosamente en la organización y en el rumbo del mundo. La
vida de este pensador se encuentra íntimamente ligada a su obra; acorde con su
vocación innata, él logró consagrarse exclusivamente al estudio y a la
investigación, y en su desempeño se apegó fielmente a los lineamientos éticos y
filosóficos que expuso en sus propios libros, a pesar de que la suerte le
deparó un sino atormentado, lleno de sinsabores.
Comte nació en
Montpellier, Francia, en el año de 1798; sus padres pertenecían a la clase
media, en aquel entonces católica, conservadora y monárquica. Ingresó a la
escuela a la edad de nueve años y dio muestras en corto tiempo de poseer una
capacidad intelectual privilegiada y un carácter independiente. Se dice que
Augusto poseía una memoria fantástica, pues podía recitar largos poemas y
páginas enteras luego de oír su lectura una sóla vez. De manera autodidacta
aprendió español, italiano, alemán e inglés; además obtuvo premios en todos los
años de su formación académica y demostró especial aptitud para las
matemáticas, a las que dedicó gran parte de su vida. Esta ciencia influyó
profundamente en sus especulaciones filosóficas y sociales, ya que infundió en
él, según Recaséns Siches, ese “espíritu de ingeniero” en el que se cimienta su
pensamiento positivista. En 1814 Comte se trasladó a París e ingresó a la
Escuela Politécnica para estudiar matemáticas y física, pero así mismo, se
dedicó por cuenta propia a la lectura de obras políticas. La apariencia seria
de Augusto, su dedicación al estudio, su carácter un tanto introspectivo y su
excesiva afición por los libros, le valieron de sus compañeros el sobrenombre
de El filósofo, el cual, sin saberlo, fue una anticipación de su
destino.
Gracias al éxito
escolar del que Comte gozaba podría haber aspirado a una brillante carrera, sin
embargo su espíritu inquieto y sus inclinaciones políticas se interpusieron, ya
que se mostró apasionadamente republicano nada menos que en la época en que
Napoleón Bonaparte era el dictador de Europa. Augusto acaudilló a un grupo de
estudiantes que le solicitó a un profesor, particularmente odioso para los
alumnos, que no volviese a poner un pie en la clase. Este acto de rebeldía
provocó que la Escuela Politécnica fuese clausurada por las autoridades y Comte
fue enviado de vuelta a casa, con su familia, y sometido a la vigilancia
policiaca. A pesar de todo y contrariando la voluntad de sus padres, Augusto
volvió a París en 1816 y comenzó a ganarse la vida modestamente impartiendo
clases particulares de matemáticas. Cuando la Escuela Politécnica reabrió sus
puertas de nuevo, obtuvo en ella una cátedra de esa misma disciplina, la cual impartió
durante muchos años.
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